En el suplemento IDEAS de Libertad Digital, Antonio Robles escribe un muy recomendable artículo en dos partes. En forma de carta abierta, Robles se dirige al Presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, al que hace en parte responsable, por acción y omisión, de la actual situación en que se encuentra el castellano (lengua común de todos los españoles) en Cataluña. Apoyado en una variada y contrastada información, el también colaborador de LD y fundador de la plataforma Ciuadanos de Cataluña, nos relata como el "nacionalismo" ha destruido la libertad lingüística en Cataluña. Lejos de promover una sana convivencia entre ambas lenguas, que son cooficiales (art. 3 de la Constitución Española), los sucesivos gobiernos autonómicos (antes de CIU, ahora del PSC) en nombre de la "normalización lingüística" han implementado políticas que “de hecho” resultan discriminatorias para los castellanohablantes. Se han incumplido incluso las propias leyes aprobadas por el Parlamento de Cataluña sobre la materia y se incita a la desobediencia frente a las decisiones de lso tribuanels que amparan el uso del castellan o en diferentes ámbitos, mientras en desarrollo del nuevo Estatuto de Cataluña se preparan las reformas legales que conviertan la discriminación lingüística y el tratamiento del castellano como una lengua extranjera más dentro de la “nación catalana” en una situación "de derecho".
Parte del origen de las actuales querellas idiomáticas puede remontarse aquel concepto que hizo furor en la Transición entre politicos e intelectuales y se plasmo en sucesivos Estatutos de autonomia: la lengua propia. Pero si el Catalán es la lengua propia de Cataluña ¿qué es el castellano o español? ¿la lengua impropia? ¿la menos propia? Hoy se asume con normalidad que el catalanohablante es una minoría lingüística como si de un germano-parlante en la Chequia e Italia de entreguerras se tratase. No se dan cuenta de lo que éso significa: la asunción de la existencia de dos comunidades distintas basadas en el idioma hablado pero que convivirian artificialmente en el mismo territorio (El Ulster, el País Vasco).
Con la eliminación de las absurdas e injustas restricciones que el franquismo establecio al uso del catalán debió ser ya suficiente para que cada cual dispusiera de la lengua qeu quisiera. Pero tal proposición no aplaco el hambre de poder del nacionalismo catalán, que alimenta su proyecto político a largo plazo y que tiene en el idioma un instrumento indispensable. Así, la lengua catalana se ha convertido, en manos de los nacionalistas, en el instrumento principal para la construcción de la "nación catalana", algo que difícilmente podría llegar a existir de respetarse escrupulosamente las libertades de los ciudadanos catalanes, quienes siempre han cosntituido una comunidad política y social única con dos lenguas.
El imperialismo catalanista y el gobierno omnipotente.
Una de las muchas aportaciones del teórico y economista austriaco Ludwig Von Mises en su libro "Gobierno omnipotente" fue la la de intuir y describir la verdadera naturaleza del nacionalismo del siglo XX, el cual, en contraposición con el nacionalismo decimonónico de caracter netamente liberal y autodeterminador (tb. ver los ensayos de I. Berlin sobre el nacionalismo, son muy ilsutrativos) que primaba el derecho de una comunidad a dotarse de un autogobierno respetuoso con los derechos de los individuos basado en imperio de la ley y que sirvio primero como freno a los señores feudales y luego frente a los imperialismos; el nacionalismo moderno se caracterizaría por su ramplón economicismo, marcadamente socialista e intervencionista. Paradójicamente, tampoco haría ascos al imperialismo. Sus manifestaciones más exacerbadas fueron el nacionalsocialismo alemán y el fascismo italiano, asi como la Rusia soviética. El nacionalismo catalan se enmarco y se emarca en al actualidad en el segundo de estos nacionalismos y sorprende ver como comparte conceptos y politicas con regimenes de infausto recuerdo para la humanidad.
La Gran Alemania, el lebensraum, el espacio vital de los nazis, se trastoca ahora en los Països Catalans, que incluyen la actual Comunidad Autónoma de Cataluña, Valencia, Baleares, parte del Alto Aragón y sureste de Francia. Este proyecto pan-catalanista posee dos vertientes cuyos desarrollos corren en paralelo y se han visto aceleradas tras la aprobación del nuevo Estatuto, que conto con el apoyo de Zapatero. En él la lengua y cultura catalanas juegan un papel primordial.
Por un lado, se intenta conseguir la hegemonía lingüística interna, que consiste en que el ciudadano de Cataluña “viva en catalán”, e incluso el inmigrante, vanga de donde venga deba ceñirse a esta lengua para su integración y progreso social, vedándosele al mismo tiempo el conocimiento del castellano y con ello las posibilidades de acceso al mercado interior común español (garantizado en la Constitución, aunque nadie se acuerde de ello). Por otro, asisitimos a la colonización cultural de las regiones limítrofes, donde se violenta el ámbito competencial de las autonomías vecinas, con el fin último de expandir fuera de Cataluña el catalán y con él la visión nacionalista de la realidad catalana. A esto cabe añadir la articualción de una política exterior propia e independiente difundida a traves de las embajadas catalanas, que entra en muchas ocasiones e nconclicto con la política exterior española.
Pero como ocurríó en el caso del nacionalsocialismo alemán, el imperialismo cultural catalán esconde no otra cosa que un imperialismo económico caracterizado por el intervencionismo público y el dirigismo político. Este nacionalismo económico necesita de la parasitación de la economía y Hacienda españolas, vía bilateralidad (con efectos debilitadores sobre el conjunto), produciendo el endeudamiento y debilitamiento del Estado central para satisfacer las demandas catalanistas; y la creación de grandes empresas públicas catalanas junto a la connivencia entre poderes públicos autonómicos y empresarios privados. Por si quedase alguna duda, en este punto, y al igual que los empresarios del Tercer Reich se pusieron al servicio de Hitler y su proyecto político, los empresarios catalanes hicieron lo propio con respecto al catalanismo.
El resultado de todo estos son 30 años de hegemonía nacionalista (hegemonía transversal, que atraviesa de la derecha a la izquierda políticas, de CIU a ERC, y que ha absorbido también a los partidos de ámbito nacional, PP y PSOE) y el debilitamiento de la sociedad civil catalana, hasta convertir la "resistencia" a este proyecto en un acto de heroísmo diario.
Lo trágico del triunfo de ideas políticas tan despreciables y peligrosas para le genero humano como éstas, es que no es el fruto de un día o de la casualidad; tal y como nos narra Mises en la obra antes mencionada (en ese caso para, Prusia y Alemania, y el resto de Europa Occidental), lo son de la derrota, abandono o rechazo de otras ideas políticas más nobles, realistas y eficientes para el progreso y bienestar humano: las del liberalismo.