No contento con reactiva en versión descafeinada las comisiones militares y ejercer poderes de excepción en lo económico de proporciones similares a los que Bush tuvo en materia de seguridad nacional, Obama tiene tiempo de brindarnos perlas reflexivas como la que voy a transcribirles, extraída de la entrevista que publica la edición domicnical de El Mundo (realizada en colaboración con New York Times). Este fragmento no lo encontrarán en la edición de Internet:
(...) P: ¿Puede explicar en que será diferente la atención médica cuando se haya implantado la reforma?
OBAMA: No cabe duda de que cuando se trata de Medicare [seguro medico estatal para ancianos y minusválidos] y Medicaid [seguro medico estatal para personas de bajos ingresos], cuyos gastos pagan todos los contribuyentes, tenemos la obligación de mantener sus costes bajo control. En realidad la cuestión más peliaguda en torno a la asistencia médica está muy relacionada con la atención sanitaria al final de la vida
P: Efectivamente, son 20.000 dólares [unos 15.000 euros] por cada semana adicional de vida.
OBAMA: Exacto. Precisamente yo acabo de pasar por eso. Ya he contado esto, quizás no en público, pero el caso es que mi abuela se puso muy enferma durante la campaña. Tenía cáncer y se llegó a la conclusión de que era terminal. Dos o tres semana después, mi abuela se cayó y se rompió la cadera. Los médicos dijeron que quizás habría sufrido un pequeño derrame cerebral, que es lo que habría provocado la caída. A pesar de su debilidad, ella optó porque le sustituyeran la cadera y se sintió bien durante unas dos semanas después de la operación y entonces, las cosas se precipitaron. No tengo ni idea de lo que le costó que le sustituyeran la cadera. Yo hubiera pagado hasta el último céntimo que hubiera tenido para que le cambiaran la cadera simplemente porque era mi abuela. La cuestión de si, considerando el coste total, es un modelo de asistencia sanitaria sostenible que la sociedad tome la decisión de poner una cadera nueva a mi abuela, o a los abuelos y los padres ya mayores de cualquier otra persona, cuando sufren una enfermedad terminal. (...)
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