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En la ya clásica Tercera, un articulo del actual rector de la Universidad Complutense, Carlos Berzosa Alonso-Martínez, juega a los paralelismos y compara la vida y obra de dos economistas celebres, Milton Friedman y John Kenneth Galbraith, ambos fallecidos en este año 2006 que termina. Berzosa dice de ellos que “tienen casi con toda seguridad un lugar asegurado (sic) en el panteón de los economistas ilustres” del siglo XX y nos señala las principales aportaciones de uno y otro. Por ejemplo, nos recuerda el ambiente en que Friedman construyo sus teorías sobre el libre mercado, un ambiente dominado por las ideas keynesianas contra las que se enfrento siempre (a pesar de ser el mismo un economista de formación y metodología keynesianas):
Friedman fue premio Nobel de Economía, Galbraith no. Aquel, profesor en la Universidad de Chicago, éste de Harvard. Los dos hicieron programas de televisión de carácter divulgativo de sus ideas, que eran contrapuestas. Galbraith era keynesiano e institucionalista, seguidor de algún modo de la tradición de Veblen. Friedman era defensor del libre mercado y crítico con las políticas públicas."
Ante estas afirmaciones, habría que preguntarse cómo es que entonces Galbraith fue tantos años profesor de economía en la prestigiosa Universidad de Harvard. Sin duda, las críticas que se le hacen es porque en el mundo académico dominante se considera que una idea que no se modeliza no puede tomarse en serio. Además de que no se puede obviar el hecho de que sus enfoques resultaban ciertamente incómodos para la economía convencional."
Es más, para lograr una sociedad con mayor grado de justicia y de equidad, que combata la pobreza y la exclusión, y que tenga en cuenta el medio ambiente, resulta más recomendable seguir las proposiciones de Galbraith que proporciona en Una sociedad mejor (Crítica,1996) que las de Friedman."
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El otro artículo que desperto mi interes estaba firmado por el columnista y director de la revista Política Exterior, Darío Valcárcel. En Iraq Study Group comenta las conclusiones de la comisión bipartidista estadounidense que ha elaborado el informa sobre la situación de Irak dos años después del derrocamiento de Sadam Hussein. Valcárcel hace suyo el discurso catastrofista, que ahora llamamos realista, pero que sigue siendo erróneo tanto en los fundamentos como en las conclusiones. Dando por hecho que la guerra civil en Irak es algo inevitable (“No one can guarantee that any course of action in Iraq at this point will stop sectarian warfare, growing violence, or a slide toward chaos.”), partiendo de esa base, de muy poco pueden servir un centenar de paginas con sesudos análisis y clarividentes recomendaciones. Para el columnista se trata de un informe impecable, institucionalmente hablando, pero no exento de una dura critica a la política de la administración de George W. Bush:
Baker y sus colaboradores son a un tiempo respetuosos con la presidencia y duros con Bush. Ejemplo, Recomendación 22: El presidente debe afirmar que Estados Unidos no trata de establecer bases militares permanentes en Irak. Recomendación 23, El presidente debe afirmar que Estados Unidos no quiere controlar el petróleo iraquí. No se trata de humillar a nadie, sino de sacar a los soldados americanos del terrible agujero en que los han metido."
De este ajuste de cuentas encubierto con Bush, Valcárcel destaca dos recomendaciones (la 21 y la 22) cuyo contenido me parece, simplemente, increíble. Yo creo que si algo no debe hacer el Presidente Bush es emitir declaración alguna al respecto de estos temas lo que significaría asumir (“Excusatio non petita, accusatio manifesta”) parte del discurso de sus adversarios: que los USA fueron a Irak sobre todo para colonizarlo militarmente y avanzar en el control de la producción petrolera en Oriente Medio. El informe, en esta línea, contiene un plan de retirada de Irak en fases mensuales de aquí a comienzos de 2008 que solo podría haber sido concebido por un burócrata. Este tipo de planteamientos son muy similares a los del Gobierno de Zapatero en el mal llamado “proceso de paz” con la ETA y reproducen la consabida formula de la “hoja de ruta” que tan malos resultados ha dado en Palestina y, recientemente, en Líbano, al no repartir responsabilidades justamente entre las partes.
Mi mayor duda esta en por qué no se exige la misma determinación a Siria e Irán (“No country in the region will benefit in the long term from a chaotic Iraq. Yet Iraq’s neighbors are not doing enough to help Iraq achieve stability. Some are undercutting stability”, dudo mucho de que la primera afirmación sea cierta, la segunda es, en cambio, una realidad). En las recomendaciones números 9 a 11 del Informe, relativas al papel de Irán en la posguerra iraquí, se descarga toda la responsabilidad en los esfuerzos diplomáticos de los USA, que no habrian sido suficientes ni adecuados. Así, la recomendación 9, aun admitiendo la hostilidad de Irán hacia los estadounidenses, pretende que sea Bush quien convenza a los ayatolas de que EEUU no tiene interés en cambiar el régimen iraní y no que estos nos convenzan a nosotros de que no quieren hacer lo propio con Irak. La recomendación 10 sigue la línea de la hasta ahora inútil negociación sobre el programa nuclear iraní y aconseja pasar por el Consejo de Seguridad de la ONU (y sus cinco miembros permanentes) mas Alemania (no termino de comprender que pinta en todo esto). Por supuesto no dice nada de la Unión Europea, lo que ahonda en la imagen que se tiene al otro lado del Atlántico sobre esta organización y su papel en el ámbito internacional (y me vuelvo a preguntar por el papel de Alemania). Tampoco dice nada de los países de la Coalición internacional que ayudo a EEUU en su momento. Finalmente, la recomendación 11, reconoce la intromisión de Irán en los asuntos internos de Irak y, aunque señala algunas acciones que este país debe realizar, vuelve a apostar por la vía diplomática.
Para los partidarios del legalismo internacionalista, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ya debería haber emitido una declaración advirtiendo a Teherán de cesar en sus acciones bajo amenaza de represalias económicas (por ejemplo la confiscación de la producción de crudo en los mercados internacionales y de las cuentas bancarias en el exterior) y militares. Pero nuevamente la doble vara de medir. Obviemos lo que se dice en el informe sobre Siria, que viene a ser más de lo mismo.
Aunque parezca que Baker y compañía han tratado de equilibrar las posiciones de las distintas partes implicadas, en realidad, han asumido una gran parte del discurso antiamericano, culpabilizando a Bush de ser poco diplomático, cuando ha sido mas bien lo contrario. También acepta, sin darse cuenta, la propuesta de la Alianza de Civilizaciones y su receta mágica para solucionar los problemas de la región: el acuerdo entre occidente y oriente, y no el aseguramiento de los derechos civiles y políticos de los iraquíes frente a injerencias externas (Irán y Siria), la violencia facciosa y el terrorismo.
Es un discurso que aquí aplauden casi todos los medios. Ellos sabrán el porque.
2 comentarios:
De acuerdo. Yo también leí los dos artículos la otra mañana y estuve a punto de hacer un psot sobre ellos.
Luego nos sorprenderemos de que la universidad y el ABC estén como están.
pues si, la verdad, y no ceo que fueramos los unicos dos que nos fijaramos. Cantaban un rato.
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