El pasado 4 de mayo, solo tres días después del Día del trabajador, se cumplían 30 años de la llegada al poder de Margaret Thatcher. La que fuera Primer Ministro del Reino Unido por 10 años (de
Thatcher cuya trayectoria puede ser considerada en muchos aspectos como la de un outsider, se alzo con el liderazgo del partido conservador en medio de las luchas internas intestinas que siempre han caracterizado a los partidos políticos ingleses, arrancando el liderazgo de las manos de su descubridor, el ex primer ministro Edward Heath. Ya en Downing Street llevaría a cabo una serie de reformas “radicales” en materia de impuestos, sector público industrial y sindicatos que le acarrearía muchos enemigos pero que devolvió al país a una posición de potencia económica mundial. Thatcher, en definitiva, vino a recuperar el librecambismo y el gobierno limitado para los Tories, algo inédito desde los tiempos en que Disraeli lideraba dicho partido en la victoriana Inglaterra del siglo XIX. A esta política se la llamo thatcherismo. Una definición del tatcherismo, simple pero creo que acertada, sería la de “una combinación de libertad económica, valores cristianos y conservadores tradicionales, patriotismo británico y una firme adhesión a Estados Unidos y a otros países de la misma cuerda ideológica dentro del mundo angloparlante”.
A esta “revolución” del thacherismo, a esta revolución conservadora, que se extendió a ambos lados del Atlántico y que a menudo es llamada despectivamente neoliberal (algo muy discutible, como veremos más adelante) consistió en la demolición de varios dogmas afianzados desde ya antes de
Pero los efectos de aquella revolución conservadora también se hicieron notar en la izquierda política, sobre todo inglesa. Tony Blair por ejemplo fue un dignísimo continuador de Thatcher, y así lo ha reconocido ella misma en varias ocasiones; y
Podemos decir que aquellos hechos son ya historia, pues datan de una generación (30 años), y esta por valorar cual ha sido realmente su legado. Sin embargo, en los últimos tiempos se ha desatado una ola de opinión que busca hacer al capitalismo y al liberalismo, tal y como los diseñaron los conservadores, reponsables de los males de la actual crisis económica. Lo que los críticos pierden de vista, ó ignoran por interés, es que son los defectos de aquel modelo, el salido de la revolución conservadora, que no era del todo liberal, lo que nos ha llevado a esta crisis.
No es con mas intervencionismo ni regulación con lo que se va a salir de la crisis sino con un reforzamiento del mercado, con más libertad individual, no con más Estado (si acaso si mejor Estado, pero no más grande). La alternativa al tatcherismo no es el comunismo, el sindicalismo o el socialismo, ni cualquier zarandaja comunitarista; tampoco la demagogia populista-progresista, ni los localismos, nacionalismos, indigenismos y tribalismos varios. Tampoco el G-20 tiene la solución a la crisis. Solo el liberalismo nos da las respuestas, las verdaderas respuestas, porque él es la causa del exito de la civilización occidental.
Porque no se engañen, la civilización occidental sigue estando amenazada, no porque nos vayan a invadir los musulmanes o los chinos (cosa materialmente imposible, por ahora), ni por el cambio climático, un holocausto nuclear o una nueva pandemia (venga del cerdo o del pollo), sino porque se trata de un reducto de libertad intelectual, prosperidad económica y desarrollo social que no tiene parangón en cualquier otro lugar del planeta, fuera del hemisferio norte occidental. Fuera del sitio donde comenzó la última revolución política del siglo XX.
Depende de nosotros conservarlo.
Ampliación: dos articulos, uno antiguo de Bernaldo de Quirós publicado en la Ilustración liberal sobre la "tercera via"; y otro reciente, de Pedro Schwartz, en Libertad Digital, sobre el gobierno Thatcher.
3 comentarios:
Sobre el alcance y las implicaciones de la "revolución thatcherista" no están todos los liberales de acuerdo. Te remito a mi entrada: Margaret Thatcher, ¿defensora del laissez-faire?En particular la matizada opinión de Simon Jenkins.
Un saludo
Gracias por los enlaces. Yo tb. soy algo escéptico sobre el liberalismo de Thatcher, y algo de eso expreso en la anotación. Digamos que veo aquella una revolución en el fondo conservadora, aunque influida por autores liberales. Tal vez su importancia deba reducirse a sus aportaciones al rearme intelectual de occidente frente al comunismo soviético, a que sus políticas supusieron una reducción del intervencionismo económico desbocado en las democracias occidentales (por lo menos durante un tiempo), purgó un exceso de idealismo en la política exterior de los países anglosajones, y que a la larga moderó a los partidos de izquierda.
También apunto, al señalar que ya es historia, que aquella revolución está acabada, ya no da más de si, y sus protagonistas están fuera del poder político e inactivos intelectualmente. Y pienso que se podría estar gestando una nueva "revolución política" en Occidente.
Me parece que el liberalismo económico es tan utópico como el comunismo; al igual que este, ha degenerado en algo aberrante. El neoliberalismo es un producto de la exacerbación del capitalismo y su filosofía del no intervencionismo, que captó del liberalismo ancestral y a degenerado en su beneficio.
Europa y el mundo occidental son reductos de libertad que se han forjado a partir de la explotación del tercer mundo desde la época colonial. Libertad que se vende en dólares y que sólo pueden comprar los privilegiados. Libertad de unos poco a costa de un sinnúmero de injusticias que sufrimos los humildes.
Soy un profano en estos temas (según aprendo más me doy cuenta del giro hacia la injusticia que ha dado la famosa libertad individual: Hoy es un artículo de consumo), y desde mi corta experiencia diferencio el tipo de liberalismo que defienden los financieros y demás depredadores del liberalismo político (John Rawls).
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