Algunas personas se dejan consumir por el ansia. A Garzón le ha ocurrido. Acaparador de portadas, titulares y sumarios, tarde o temprano, todo ello tenía que pasarle factura.
Los 7 pecados capitales de Garzón:
- Pereza: Por dejar pasar el tiempo e instruir mal en numerosos casos que se le presentan, con el resultado de que los acusados bien salen libres o con penas reducidísimas, si no es que un nuevo instructor lo remedía.
- Gula: En ella cayo cuando tras señalar a Felipe González como "Mister X" de los GAL, decidio acompañarle en las listas electorales esperando ver así “engordado” su prestigio como flamante superministro de interior y justicia, puesto que al final recaería en otro juez, Belloch.
- Envidia: Es la que sin duda le ha llevado a traicionar a sus amigos (léase, Gómez de Liaño).
- Soberbia: Por procesar dictadores seniles (Pinochet), no atreverse con los que están en activo (Castro, Chávez) y, en cambio, querer juzgar por genocidio a Presidentes democraticamente electos (Bush, Aznar o Blair).
- Avaricia: Por dedicar más tiempo que a ser juez a la lectura de manifiestos, discursos, conceder y ¡realizar! entrevistas, presentar libros etc… estar, en definitiva, más tiempo fuera que dentro del juzgado, con la sana pero inadecuada idea de amasar una fortuna inaudita para cualquier magistrado.
- Lujuria: Por desconocer que Franco ha muerto y querer juzgarlo (vulgo, necrofilia judicial).
- Ira: Por dar "caza" a "animalitos" indefensos, hoy tiernos muflones, mañana miembros del Partido Popular. Ambas cosas en compañía del Ministro de Cinegetia, digo de Justicia, Fernández Bermejo.
3 comentarios:
Franco HA muerto ...
Un saludo.
el hecho de que hayan sido presidentes en una democracia no quita para calificar de barbarie la toma de decisiones al margen de la mayoritaria opinión de los ciudadanos de su pais en contra de la misma, aprovechando una mayoría absoluta... no sé de qué está mas cerca, la verdad.
Anónimo, la diferencia no está en los presidentes (democráticos o no) sino en las querencias tan selectivas de Garzón a la hora de decidir a quien procesa y a quién no.
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