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LA FRASE

"Los españoles pertenecemos a la categoría de colectivos a los que tradicional e históricamente preocupó mucho más la diferencia de clases y la injusticia socialque las libertades individuales.

Se perdona mal a los ricos y empresarios la ostentación y el agravio, mientras que los funcionarios públicos pueden difundir secretos, realizar escuchas, propagar infamias y otras mil maneras pergeñadas para el abuso del poder."

UN TOQUE LIBERAL

lunes, mayo 11, 2009

30 años de “thatcherismo”

El pasado 4 de mayo, solo tres días después del Día del trabajador, se cumplían 30 años de la llegada al poder de Margaret Thatcher. La que fuera Primer Ministro del Reino Unido por 10 años (de 1979 a 1989) fue también la iniciadora de la última gran “revolución política” del siglo XX. Al poco de su elección, Ronald Reagan se hacia con la presidencia de los EEUU (de 1981 a 1989). Los dos, junto al Papa Juan Pablo II, formarían una triada a la que se responsabiliza de la acción y discurso moral y político que llevó en poco más una década al hundimiento de la Unión Soviética (ocurrido definitivamente en 1991) y el fin del bloque comunista.

Thatcher cuya trayectoria puede ser considerada en muchos aspectos como la de un outsider, se alzo con el liderazgo del partido conservador en medio de las luchas internas intestinas que siempre han caracterizado a los partidos políticos ingleses, arrancando el liderazgo de las manos de su descubridor, el ex primer ministro Edward Heath. Ya en Downing Street llevaría a cabo una serie de reformas “radicales” en materia de impuestos, sector público industrial y sindicatos que le acarrearía muchos enemigos pero que devolvió al país a una posición de potencia económica mundial. Thatcher, en definitiva, vino a recuperar el librecambismo y el gobierno limitado para los Tories, algo inédito desde los tiempos en que Disraeli lideraba dicho partido en la victoriana Inglaterra del siglo XIX. A esta política se la llamo thatcherismo. Una definición del tatcherismo, simple pero creo que acertada, sería la de “una combinación de libertad económica, valores cristianos y conservadores tradicionales, patriotismo británico y una firme adhesión a Estados Unidos y a otros países de la misma cuerda ideológica dentro del mundo angloparlante”.

A esta “revolución” del thacherismo, a esta revolución conservadora, que se extendió a ambos lados del Atlántico y que a menudo es llamada despectivamente neoliberal (algo muy discutible, como veremos más adelante) consistió en la demolición de varios dogmas afianzados desde ya antes de la Segunda Guerra Mundial, como la necesidad de regular masivamente el mercado, el aumento continuado del gasto público, el reconocimiento de un poder fuerte a los sindicatos en la ordenación del mundo empresarial y laboral, o el rechazo a ciertos valores tradicionales como el patriotismo, la familia, o la religión. Sin embargo, las cosas no son tan sencillas. También, a menudo, se señala como uno de los inspiradores de este movimiento “neoliberal” al economista y filosofo de origen austriaco F.A. Hayek, y a su obra crítica con el sistema vigente durante gran parte del siglo XX en Occidente, el keynesianismo. Pero el propio Hayek se mostró reacio a dicha identificación, por lo que escribió un opúsculo a su obra cumbre, Los Fundamentos de la Libertad (yo prefiero el titulo original ingles, The Constituion of Liberty) titulado “Porque no soy conservador”, en donde guardaba las debidas distancias con los partidos y pensadores conservadores. Particularmente, criticaba de estos la ausencia de un fin o proyecto determinados, su nula capacidad para la innovación y el rechazo a los avances científicos, técnicos, sociales y culturales, o la propensión al fatalismo y escasa creencia en las capacidades del ser humano; y no se podía olvidar que durante los siglos XVIII y XIX fueron los grandes opositores al liberalismo. No obstante, Hayek reconocía que uno de los grandes logros de liberalismo había sido convencer a los conservadores de que, ante el fracaso de las recetas socialistas e intervencionistas, había que aceptar el libre mercado, lo que a la larga hizo posible un entendimiento y alianza frente a los enemigos comunes externo (el comunismo soviético) e interno (el intervencionismo), que amenazaban el futuro de la civilización occidental. Del mismo modo los valores conservadores fueron más fácilmente asumidos por algunos liberales en la medida en que podían contribuir a la estabilidad de las amenazadas democracias (Hayek no solo influyó en las Administraciones de Reagan y Thatcher, también mantuvo unos importantes diálogos con Juan Pablo II, que darían lugar a la Encíclica Centesimus annus. Este modelo de debate ha sido reeditado recientemente por Habbermas y Benedicto XVI, con similar afectación mutua). Aunque el resultado de aquella alianza entre liberales y conservadores es una gran tensión ideológica existente, a día de hoy, dentro en casi todos los grandes partidos “de derechas” en Europa y America.

Pero los efectos de aquella revolución conservadora también se hicieron notar en la izquierda política, sobre todo inglesa. Tony Blair por ejemplo fue un dignísimo continuador de Thatcher, y así lo ha reconocido ella misma en varias ocasiones; y la Tercera Vía puede decirse que no fue otra cosa que un acercamiento al liberalismo desde la izquierda laborista, del mismo modo que la política de la Dama de Hierro hizo con el conservadurismo tory. Me aventuraría a decir que tampoco es descartable una influencia importante al otro lado del Atlántico, sobre todo vía Reagan (el Presidente más respetado desde Kennedy por americanos de cualquier tendencia), y donde incluso los demócratas de hoy usan y abusan de un discurso que aúna los conceptos nación, religión y libertades individuales, del que es podría ser un ejemplo significativo el discurso de toma de posesión del Presidente Barack Obama (con todo, la historia de los Partidos Demócrata y Republicano debería ser revisada por muchos intelectuales europeos, para eliminar algunos prejuicios injustificados), aunque aún es pronto para emitir un juicio más firme.

Podemos decir que aquellos hechos son ya historia, pues datan de una generación (30 años), y esta por valorar cual ha sido realmente su legado. Sin embargo, en los últimos tiempos se ha desatado una ola de opinión que busca hacer al capitalismo y al liberalismo, tal y como los diseñaron los conservadores, reponsables de los males de la actual crisis económica. Lo que los críticos pierden de vista, ó ignoran por interés, es que son los defectos de aquel modelo, el salido de la revolución conservadora, que no era del todo liberal, lo que nos ha llevado a esta crisis.

No es con mas intervencionismo ni regulación con lo que se va a salir de la crisis sino con un reforzamiento del mercado, con más libertad individual, no con más Estado (si acaso si mejor Estado, pero no más grande). La alternativa al tatcherismo no es el comunismo, el sindicalismo o el socialismo, ni cualquier zarandaja comunitarista; tampoco la demagogia populista-progresista, ni los localismos, nacionalismos, indigenismos y tribalismos varios. Tampoco el G-20 tiene la solución a la crisis. Solo el liberalismo nos da las respuestas, las verdaderas respuestas, porque él es la causa del exito de la civilización occidental.

Porque no se engañen, la civilización occidental sigue estando amenazada, no porque nos vayan a invadir los musulmanes o los chinos (cosa materialmente imposible, por ahora), ni por el cambio climático, un holocausto nuclear o una nueva pandemia (venga del cerdo o del pollo), sino porque se trata de un reducto de libertad intelectual, prosperidad económica y desarrollo social que no tiene parangón en cualquier otro lugar del planeta, fuera del hemisferio norte occidental. Fuera del sitio donde comenzó la última revolución política del siglo XX.

Depende de nosotros conservarlo.

Ampliación: dos articulos, uno antiguo de Bernaldo de Quirós publicado en la Ilustración liberal sobre la "tercera via"; y otro reciente, de Pedro Schwartz, en Libertad Digital, sobre el gobierno Thatcher.

3 comentarios:

Albert Esplugas dijo...

Sobre el alcance y las implicaciones de la "revolución thatcherista" no están todos los liberales de acuerdo. Te remito a mi entrada: Margaret Thatcher, ¿defensora del laissez-faire?En particular la matizada opinión de Simon Jenkins.

Un saludo

Alberto Neira dijo...

Gracias por los enlaces. Yo tb. soy algo escéptico sobre el liberalismo de Thatcher, y algo de eso expreso en la anotación. Digamos que veo aquella una revolución en el fondo conservadora, aunque influida por autores liberales. Tal vez su importancia deba reducirse a sus aportaciones al rearme intelectual de occidente frente al comunismo soviético, a que sus políticas supusieron una reducción del intervencionismo económico desbocado en las democracias occidentales (por lo menos durante un tiempo), purgó un exceso de idealismo en la política exterior de los países anglosajones, y que a la larga moderó a los partidos de izquierda.

También apunto, al señalar que ya es historia, que aquella revolución está acabada, ya no da más de si, y sus protagonistas están fuera del poder político e inactivos intelectualmente. Y pienso que se podría estar gestando una nueva "revolución política" en Occidente.

Unknown dijo...

Me parece que el liberalismo económico es tan utópico como el comunismo; al igual que este, ha degenerado en algo aberrante. El neoliberalismo es un producto de la exacerbación del capitalismo y su filosofía del no intervencionismo, que captó del liberalismo ancestral y a degenerado en su beneficio.
Europa y el mundo occidental son reductos de libertad que se han forjado a partir de la explotación del tercer mundo desde la época colonial. Libertad que se vende en dólares y que sólo pueden comprar los privilegiados. Libertad de unos poco a costa de un sinnúmero de injusticias que sufrimos los humildes.
Soy un profano en estos temas (según aprendo más me doy cuenta del giro hacia la injusticia que ha dado la famosa libertad individual: Hoy es un artículo de consumo), y desde mi corta experiencia diferencio el tipo de liberalismo que defienden los financieros y demás depredadores del liberalismo político (John Rawls).