Ya en su momento Siria se libro de sus responsabilidades en la Guerra del Líbano por mor de la consecución de una ¿paz? ¿estable? entre las comunidades musulmana y cristiana. El último episodio es el del asesinato, por medio de bombazo, del periodista cristiano, demócrata y prooccidental Gebran Tueni en lo que parece una nueva maniobra orquestada por los servicios secretos sirios para desestabilizar al régimen libanés. Ya tenemos el antecedente del asesinato del ex-presidente y líder de los libaneses cristianos Rafic Hariri el pasado 14 de febrero. La coincidencia del asesinato de Hariri con la publicación de un nuevo informe de la ONU sobre el asesinato de Hariri, el cual refuerza la autoría Siria es, por lo menos, significativa. Pero el problema Sirio no se acaba en el Líbano. Empieza ya en la continuidad ideológica y panarabista que el régimen baazista de Bachar Al Asad mantiene con respecto del Irak de Sadam Hussein, que además le ha valido la sospecha de ayudar a escapar a miembros de la Guardia Presidencial y los servicios de espionaje de Sadam, e incluso de dejar transito por su territorio a las armas de destrucción masiva todavía no encontradas. Se ha sido demasiado benevolente con Siria, y llega la hora de que el Consejo de Seguridad de la ONU lance un ultimátum claro para que abandone sus delirios expansionistas sobre el Líbano. Sin embargo, esto no servirá de nada si finalmente tienen que ser los EEUU quienes pongan freno a esta clarísima intromisión en los asuntos internos del Líbano.
El segundo avispero de problemas en Oriente Medio lo constituye Irán. A la continua intromisión en los asuntos internos de su vecino Irak, se añaden las amenazas de las semanas pasadas del flamante nuevo Presidente Iraní contra Israel y la reanudación de la construcción de un reactor nuclear, nuevamente con la excusa de un presunto uso civil. No nos engañemos, el régimen de los ayatolás no puede, en las actuales condiciones y hasta que Irak se haya estabilizado poseer capacidad nuclear de ningún tipo. Si necesita energía y medios tecnológicos para su desarrollo que negocie con Occidente posibles trasferencias, pero es innecesario el recurso a la tecnología nuclear que en ningún caso tendría verdaderos efectos sobre la producción y economías iraníes hasta dentro de mas de 10 o 15 años -tiempo en funcionar a pleno rendimiento de una central nuclear-. Sin embargo, como ocurrió en el caso de Corea del Norte, una vez la tecnología de uranio enriquecido (o cualquiera otra variante de posible uso militar) este a su disposición, la fabricación de una bomba atómica de baja potencia es cuestión de dos o, como mucho, tres años. Si Irán insiste en esta línea de actuación se exige una rápida respuesta de Occidente, que no puede ser otra que el bombardeo de tal central para su destrucción.
Los apaciguadores presuponen que esto seria peligroso para la estabilidad de la región. En mi opinión esto es falso, Irán no tiene ni capacidad militar ni estabilidad interna (con una sociedad civil donde el paro, afecta a un tercio de la población joven) para ello. No puede embarcarse en una contienda bélica, únicamente habremos de aguantar la acostumbrada retórica antioccidental, por otro lado habitual ya a diario, con mayor intensidad durante unos meses. A medio plazo, en cambio, servirá para poner a Irán en su sitio y centrado en sus asuntos internos.
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