Savater defiende la asignatura de Educación para la Ciudadanía (EDC) en las escuelas publicas, concertadas y privadas por ser una asignatura neutral en materia ideológica y religiosa, destinada a educar en los valores y principios de convivencia a los españoles. Tal neutralidad es incierta, y responde a un modelo de comunidad política muy concreto, el modelo republicano, aunque para entender que significa este republicanismo -y adelantaremos algo en esta anotación- habrá que esperar a la sexta y ultima entrega de la serie.
Me sorprende de esta postura el eliminar de la educación de los ciudadanos la enseñanza concreta de la Constitución Española –acompañada de su necesaria dosis de critica y debate, como cualquier otra asignatura- a los niños. Este texto debería ser la más idónea herramienta para la integración de todos los españoles dentro de la comunidad política. Es ahí y no en otro sitio donde hay que buscar principios de convivencia. La observancia de los principios constitucionales, la defensa de los derechos fundamentales y el respeto a las instituciones políticas son los valores básicos para una Sociedad Civil. Claro que, esto seria lo razonable en un marco temporal y espacial no como el actual, donde no se menospreciase la Carta Magna por una parte importante de la sociedad -lo que dice cuan poco se creyeron muchos el espíritu de la transición- e hiciera innecesarios actos como este. El español medio, como he tenido oportunidad de constatar en múltiples ocasiones, vive en una ignorancia cuasi-absoluta sobre lo que dice su texto constitucional tras 25 años de vigencia aparente. Un Estado de Derecho potente y eficaz es el único instrumento que permite sostener una identidad nacional a medio-largo plazo y defender los derechos que son el fundamento de la comunidad política.
Si la EDC es una educación en valores exclusivamente laicos estaremos, también, violando la Constitución, pues como ya se ha recordado en esta serie, España se articula bajo un sistema de libertad religiosa y aconfesionalidad del Estado, y no de laicidad. Y si no sé esta de acuerdo, propóngase una Reforma Constitucional, pero lo que no puede hacerse es, a través del Parlamento (poder constituido), erigirse poder constituyente para cambiar la realidad social y constitucional. La religión también es en España un valor constitucional.
Educar a los ciudadanos en conceptos y realidades aconstitucionales es ingeniería social o despotismo, educar en valores constitucionales es cultura.
La EDC es promovida desde las más altas instancias internacionales, la propuesta de la UNESCO(*) se refiere a una formación en valores democráticos y derechos humanos y recomienda que las políticas nacionales de educación sigan estas observaciones:
• Integrar en los libros de texto escolares los valores humanos que favorecen la realización de la paz, la cohesión social, y el respeto de los derechos humanos y de la dignidad humana.No quisiera minusvalorar las creencias de estos idealistas democráticos, pero ¿Sobre qué estamos hablando?. Solo estos puntos estimulan una visión opuesta a las necesidades de la educación en España: disciplina y esfuerzo personal. Pues este es el modelo que ha permeado en los últimos años, en especial los continentes Europeo y Suramericano.
• Sustituir los métodos de enseñanza tradicionales por métodos más participativos y Democráticos.
• Democratizar las estructuras internas de la escuela (participación de los niños en la vida escolar, creación de asociaciones escolares y consejos de alumnos, integración de medidas disciplinarias en el proceso de aprendizaje...).
• Velar por que la comunicación y la apreciación de la diversidad se practiquen de forma constructiva.
• Facilitar la práctica de los derechos por conducto de situaciones de la vida corriente. Es muy importante vincular a las escuelas con las comunidades locales y promover las actividades extraescolares.
El Consejo de Ministros del Consejo de Europa, proclamo este año 2005 como Año Europeo de la Ciudadanía a través de la educación(**), con el fin de “poner de relieve cómo la educación juega un papel crucial en el desarrollo de la ciudadanía y la calidad de la participación en una sociedad democrática”. Por su parte la Organización de Estados Americanos dedica tiempo y recursos a la EDC democrática. Todas estas iniciativas son la respuesta de las democracias a los turbulentos años 90 y su proliferación es pareja al crecimiento de los movimientos contrarios a la globalización, el capitalismo y el liberalismo que buscan asaltar el Estado de Derecho.
La EDC esta plagada de frases y palabras como paz, diversidad social, interculturalismo, participación democrática activa, desarrollo sostenible, solidaridad... difícilmente concretables en sus contenidos pero que encajan muy bien en el modelo de relativismo democrático. De derechos individuales nada de nada. El planteamiento es viejo, todas las culturas y pueblos son legítimos, el debate y la convivencia entre ellos es lo bueno, y esto solo se da en una sociedad democrática donde todos estén representados en y a través de las instituciones. Este no es laicidad o laicismo sino el multiconfesionalismo que decía temer Savater. Desaparece la religión (cristiana) pero a cambio tenemos cientos de “religiones”, es decir, todas las opiniones que vengan en gana tener los “colectivos sociales democráticos” que por ser opiniones democráticas son legitimas. La democracia como procedimiento para los valores. Todos estos valores se presentan como consecuencia de la democracia, y no como debe ser, que la democracia es una de las consecuencias o valores (uno mas) del desarrollo de la libertad e igualdad. La propuesta de una EDC solo es entendible en Europa ya que la condición indispensable para su desarrollo, la democracia, es consecuencia los valores, previos, de libertad e igualdad de los hombres. No puede haber educación en la democracia donde no hay condiciones para la misma. El peligro es evidente, al prescindir de estos valores previos, la EDC abre la puerta a que Europa relativice aun más su sociedad frente a un difuso ideal democrático donde cabrían todos (¿?), pero también todo (¡!).
A la denuncia contra el relativismo se unen algunos profesores de filosofía. Estamos ante un modelo que prescinde de la ética y la filosofía disciplinas de conocimiento complementarias entre si. Su lugar lo ocupa la EDC como un único cuerpo ético y moral –si añadimos la eliminación de la religión- para una comunidad política democrática.
Podemos deducir que la EDC no es una educación “laica” (según entiende este concepto Claudio Magris) en valores, sino una “religión civil para la sociedad multicultural”. Disculpen la ordinariez, pero, menuda mierda.
No me extiendo mas en este punto, con los enlaces espero que el lector tenga suficiente para profundizar y formarse una opinión mas completa que lo aquí expuesto.
La pretensión de explicar los valores constitucionales y los derechos del hombre como si la religión –en especial la cristiana- no tuviera nada que ver con ellos, en su origen y vigencia, demuestra una gran incomprensión de la historia y la sociología básicas. Savater nos da esta cita de Condorcet -revolucionario francés, miembro del partido girondino, alumno de Voltaire y precursor de las ideas de A. Compte-: “ni siquiera los derechos humanos pueden enseñarse como si estuvieran escritos en unas tablas descendidas de los cielos”. Las enseñanzas morales de la Iglesia no puedan reducirse a la expresión de dogmas de fe inaprensibles a la razón del estilo de la Santísima Trinidad. Si Savater quiere decir que en la interpretación de los derechos humanos la Iglesia prescinde de argumentos racionales, esta equivocado.
Pero lo verdaderamente interesante para nosotros de la posición de la religión no es la afirmación de la “divinidad” de los derechos del hombre, sino la consecuencia de esta posición. Es poco discutible que una hay sociedad o comunidad política no puede resistir la continua relativización de sus principios básicos de convivencia y seguir funcionando para todos. Al contrario, lejos de asegurarse un debate racional en la esfera publica se establecerá una situación de confrontación permanente. La sacralidad y universalidad de los derechos humanos puede no servir por si mismas para explicarlos, pero tienen un efecto legitimador de las sociedades libres. En este sentido resulta paradójico que un supuesto “fundamentalista cristiano” como el presidente George W. Bush sea quien más apueste porque la democracia se extiendan por el mundo árabe, y habitualmente se refiera en publica a como Islam y derechos humanos no son incompatibles. Son los partidarios del multiculturalismo, quienes están convencidos que aquello que ha funcionado en Occidente, ayudándole a alcanzar las más altas cuotas de prosperidad en la historia humana, nunca arraigara en otras culturas.
No es necesario que nadie crea en Dios, pero no es mala idea que actué en la vida publica como si este existiese, aunque solo fuese por respeto a quienes creen. Parece increíble que teniendo un modelo tan ejemplar como el norteamericano no reparemos mas a menudo en él y sigamos teniendo al laicismo Francés como ideal democrático. Un país que se ha construido a partir de continuas emigraciones desde todo el mundo, formado por gentes tan diversas en su cultura como creencias religiosas, y que mayoritariamente se consideran a sí mismas estadounidenses y ven reflejadas sus aspiraciones civiles en la Constitución. La Constitución de los EEUU no ignora el hecho religioso (libertad religiosa), separa las iglesias de las instituciones civiles y apela a Dios sin complejos para explicar los derechos fundamentales de sus ciudadanos. De hecho este recordatorio a Dios no se trata de una confesionalidad aunque en su mayoría los fundadores fueran cristianos, con el transcurso de los años todo nacional, practique la religion que practique religión, ve en aquel Dios una mención a la trascendencia, y en ello una razón para la sacraclidad y universalidad de esos derechos. Incluso muchos ateos y escépticos considera mejor hacer como si Dios existiera que abrir la puerta a la relativización de los principios de su comunidad política(***). Cuan lejos esta Europa de entender esto.
Para reivindicar la enseñanza de la religión, tres cuestiones, brevemente:
Una. Piense el lector como el recurso al mito fue en las sociedades precristianas esencial para explicar los valores morales. La religión ha funcionado en épocas pasadas de la historia e la humanidad como recurso mítico, valido tanto para el que cree como para el que no. Para el que no cree, si ha desarrollado una completa educación, la valorara positivamente pues entiende lo que esta detrás del mito. Por ello no es tan raro que existan personas cultas y se digan ateas o agnósticas y compartan principios morales con los creyentes. Para el que cree, en el caso de no poseer una cultura amplia, simplifica enormemente la comprensión de cuestiones morales complejas. La religión no es el opio del pueblo como Marx apuntaba, sino la base cultural para la mayoría de la gente que no tiene tiempo, capacidad o ganas de convertirse en un erudito. Tampoco es muy discutible que en el desplazamiento de la religión en la formación de la moral publica están buena parte de las razones de la decadencia de Occidente. Aquella máxima “cuando el hombre no cree en Dios, cree en cualquier cosa” dice mucho mas de lo que parece a primera vista.
Dos. Ética civil (sobre todo la plasmada en las constituciones) y religión se presentan como antagonistas cuando son en realidad complementarias, y junto con la filosofía ayudan a conformar el “pensamiento moral y ético humano”. Su importancia es manifiesta, pues tratan de la razón de ser (el porque) de las cosas (ciencias éticas), a diferencia de las ciencias sociales (historia, derecho, economía) y las ciencias físicas (matemáticas, física, química o biología) cuyo objeto es el ser mismo de las cosas. Reducir el pensamiento humano a una cuestión de procedimiento como pretende la Educación para la Ciudadanía es un error inmenso. Las tres clases de “ciencia” deberían formar parte de las materias estudiadas en las escuelas por todos los alumnos.
Tres. La religión (en particular la cristiana y la judía que son las que han influido en el desarrollo de Occidente) no es solo un conjunto de normas y principios de organización social, también instituyen la idea de que en la historia humana este presente una entidad trascendente, y que la evolución del hombre es un camino que no puede ser separado de la ética y la moral, en definitiva de la eterna lucha y oposición entre el bien y el mal. Cosa que también parece ignorar la Educación para la Ciudadanía.
Zapatero debería recoger y hacer suya la reflexión que el filosofo José Antonio Marina lanza desde las paginas del EL MUNDO(****):
“(...) Los niños no están bajo la tutela del Estado, sino de la sociedad entera. Este derecho es tan importante que todos los ciudadanos debemos implicarnos en su realización, y no solo pagando impuestos, sino cumpliendo con nuestros “deberes educativos”. Uno de ellos es pensar sosegada y rigurosamente sobre temas muy complejos. Por ejemplo, la enseñanza de la religión en la escuela publica. Todos los países de nuestro entorno –excepto Francia- la incluyen. ¿Por qué?”
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*** EEUU tambien ha tenido sus problemas con el multiculturalismo promovido desde las universidades
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