¿Cómo llegamos al debate sobre la naturaleza y fundamentos del matrimonio moderno? Una gran parte de las opiniones vertidas en los últimos tiempos sobre la necesidad de reforma de la institución matrimonial civil parten de la presunción de que el paso de los siglos ha variado el significado del matrimonio que ha de adaptarlo a los cambios sociales producidos. Esto justificaría que en la actualidad la unión de 2 personas del mismo sexo deba llamarse matrimonio. Que dentro del matrimonio se han producido cambios con el paso de los siglos es tan cierto como que ha habido cambios en ciencia, política, economía, relaciones entre individuos y usos sociales. Pero el matrimonio no ha cambiado de la forma que algunos afirman y tratan de hacernos creer a los demás, eso sí, sin argumentar en modo alguno. El porque de esta falta de pruebas materiales del cambio se debe a que:
a) Desconocen el origen del matrimonio.
b) Desconocer el origen de las cosas
es no conocer su esencia.
c) Conocer la esencia de las cosas significa saber
que todo lo que pierde su esencia no es nada o es otra cosa, pero nunca lo que
era en origen.
d) Por eso defender la esencia de las cosas es defender las
cosas mismas.
Si a muchos nos parece de poca preparación intelectual y un nulo servicio al pensamiento racional el uso de la palabra matrimonio para denominar aquello que no es precisamente matrimonio, es porque no hemos perdido (todavía) cierto amor por la verdad y la justicia. De eso quiero hablar en esta tercer capitulo.
¿Que era en origen el matrimonio?.
Lo que no era, por supuesto: un contrato. Nunca lo fue ni lo ha sido por mucho que algunos se hayan empeñado en convertirlo en tal. Por supuesto, que no fuese un contrato no lo invalida como instrumento de libertad. Tampoco puede negarse que la teoría contractual puede sernos útil para manejar algunos aspectos del matrimonio como institución jurídica (por ejemplo el régimen económico o las manutenciones que, retengan el dato, en España están dentro de la sección de Obligaciones y Contratos del Código Civil y no de la sección dedicada a regular el Matrimonio), pero nunca nos servirá para decirnos que es. Como tampoco nos dice un contrato lo que es la propiedad. El matrimonio es una institución jurídica, como la propiedad, que refleja una institución natural. Como la Propiedad. Si esta parte de una realidad natural (la escasez de recursos), el matrimonio parte de otra realidad natural: la unión entre hombre y mujer con fines de convivencia y para la perpetuación de la especie, tanto física (reproducción) como cultural y moralmente (educación básica en valores)[*].
Por tanto el matrimonio traslada al ordenamiento jurídico de las sociedades la regulación de una realidad natural “espontánea”. En las sociedades precristianas con cierto grado de evolución (otra vez POPPER) el Matrimonio definía un “hecho social”, la unión espontánea de hombre y mujer con fines reproductivos y comunitarios, pero fue con los romanos cuando recibió el contenido jurídico más perfecto. El jurista clásico Modestino definiría el matrimonio como “la unión del hombre y la mujer en comunidad plena y en comunicación del Derecho divino y humano”. En este sentido, Ulpiano apela a como la existencia misma de las especies vivas deriva de “la unión del macho y la hembra que los juristas denominamos matrimonio”. Como vemos no hay referencia alguna a una realidad contractual (como puede ser la compra-venta). La mayor parte de los juristas romanos no tenían dudas de la conexión entre el matrimonio como institución jurídica y el Derecho natural, derecho que no cambia con el paso del tiempo, pues supondría admitir que la naturaleza del ser humano cambia, y no que se adapta al progreso y evolución.
A menudo la etimología de las palabras nos ayuda a entender como se reflejaba la relación de genero dentro del matrimonio. Así dos instituciones jurídicas actuales, matrimonio y patrimonio, nos remiten a la percepción de las relaciones entre sexos en la antigüedad. La similitud entre las palabras no ha de sorprender. "Patrimonio" refiere a todo aquello que era del dominio del pater o paterfamilias (el padre de familia), en general los bienes de valor económico, la representación jurídica de la familia en la vida publica, y de todos y cada uno de los miembros de la misma. El “Matrimonio”, etimológicamente refiere a aquello que era del domino de la mater o materfamilias (la madre de familia) en particular el trabajo domestico, el cuidado de los hijos y su educación primaria. La palabra matrimonio paso a definir jurídicamente el vinculo hombre / mujer dado que la finalidad reproductiva y perpetuadora de la sociedad eran las que primaban sobre las dos vertientes de la unión. A mas de uno le podrá parecer que esta distinción era tremendamente machista, sin embargo ya en la propia Roma (incluso en Grecia) no se tenia tan claro que esta separación de roles (impuesta por la economía y sociedad primitivas) supusiera un estancamiento de la definición jurídica. Asi no era raro (sino totalmente aceptado) que hombre y mujer traspasaron la definición de sus campos de actuación natural. La mujer no raramente poseía en Roma patrimonio propio (sobre todo por herencia familiar). Mas adelante volveré sobre ello. Por ahora nos basta con entender que significaba o refería el matrimonio en aquel momento concreto de la historia de la humanidad [**].
Roma, libertad y Cristianismo.
Antes de continuar con la explicación del significado y evolución del matrimonio quisiera hacer un alto aprovechando el contexto histórico en que se definió jurídicamente la institución y señalar cual fue la influencia del Cristianismo. Cristianismo y Derecho Romano llegaron a coincidir en una experiencia que permitió que ambos se salvaran de desaparecer en la Historia. Me arriesgare a exponer mi propia tesis sobre el tema que no estará exenta de polémica. A ello dedicare el resto de este capitulo 3º.
Hace no mucho leí a un columnista de periódico presumir de la incompatibilidad entre religión (incluido el cristianismo) y libertad, resaltando (o eso entendí yo) el carácter ateo del liberalismo. Como ya he expuse en el capitulo 2º tal presunción de incompatibilidad es incierta y responde a criterios interesados, pero lo que más me llamo la atención de su argumentación fue la afirmación de que el Imperio Romano inicio su decadencia tras fusionarse con el Cristianismo. No es mi intención descargar mi critica sobre el columnista, solo lo presento como el último ejemplo de una opinión muy extendida entre círculos intelectuales que no deja de ser una simpleza maniquea (el maniqueísmo es, en si mismo, una simpleza intelectual). Un repaso superficial a la historia de Roma es suficiente para desmontar tal afirmación, o por lo menos teñirla de dudosa. El Imperio Romano ya estaba en crisis desde finales de la Republica y su permeabilización por el cristianismo tuvo mas de intento por salvarlo que de razón de su paulatina decadencia.
La historiografía mayoritaria presenta el Principado (iniciado formalmente con Octavio durante el siglo I a.C.) como la gran época de florecimiento cultural y económico de la historia de Roma, sin embargo durante estos primeros años se gestan la gran mayoría de los problemas que deberá afrontar el Imperio hasta su disolución. Los avances asociados al estable (normal, acabo con el resto de sus enemigos políticos) gobierno de Octavio (posteriormente titulado Augusto) fueron consecuencia de un enfoque predatorio en su política tanto económica como militar, basada en la consunción de los recursos fruto de las conquistas militares. Sus medidas concretas y reformas de las instituciones tuvieron algunos resultados que recuerdan a practicas muy comunes para los admiradores del despotismo ilustrado decimonónico o de las dictaduras de distinto signo ideológico del siglo XX (hay cientos de opiniones al respecto del personaje pero la mía no es muy positiva):
- Octavio destruye la figura de los magistrados mayores para asumir todos sus poderes en una nueva y única magistratura mayor, el Príncipe. Absorbe también los poderes extraordinarios del Senado que queda como un órgano consultivo (pronto sustituido por su propio consejo consultivo, el Concilium Principis). Los iurisconsultos pierden su independencia, creando un sistema jerarquizado que acaba en él como iurisconsulto mayor. En definitiva, inicia la liquidación de la división de poderes republicana.
- No parece que se preocupase mucho por evitar la muerte de Cicerón (el ultimo baluarte de la legalidad republicana) a manos de su rival Marco Antonio, posiblemente porque el orador habría sido, a la larga, un estorbo para sus planes.
- Otro de sus “aciertos” fue introducir la cuestión sucesoria en la política romana (la primera confrontación se produjo para determinar a su heredo entre las líneas representadas por sus dos hijos (adoptivos).
- También inicia el culto al Príncipe como religión oficial del imperio. Aunque según algunos historiadores no lo alentó, lo cierto es que se abre paso el culto al Estado personificado, a medida que se reduce la fidelidad a los principios republicanos. El estado y sus instituciones se transforman en fin y no medio.
- Octavio, además, crea el primer “Estado del bienestar”, a la postre, un sistema de beneficencia basado en el reparto de tierras y ayudas publicas a diestro y siniestro que costaba una burrada a las arcas romanas y que solo fue posible mantener mientras las conquistas militares provenían de mas recursos que predar. Obviemos que muchas de estos recursos se dilapidaron en la construcción de grandes obras publicas, unas mas útiles que otras (por ejemplo templos).
- A todo ello se une la aparición de una nueva clase dominante, esta vez, no asociada a ninguna clase social en particular (muy igualitario, si señor). Todos ellos (patricios o plebeyos ricos) mamaban convenientemente del presupuesto imperial. Si el problema de la republica era la oligarquía patricia, Octavio la sustituyo por una especie de clientelismo cortesano.
Si bien no podemos culpabilizarle de toda la evolución posterior de Roma, si por lo menos de iniciar lo que sus sucesores terminaron de rematar. Si nos proyectamos hacia el futuro inmediato, durante la época del Alto Imperio pocos destacan por su moderación y virtud (nada cristianos ninguno de ellos), y cuentan con algunos de los personajes más sanguinarios de la historia antigua como Nerón, Calígula o Comodo. Solo gloriosas excepciones como las de Trajano o, en especial, Marco Aurelio (un estoico a la antigua usanza) ninguno trato de reformar las estructuras cada vez mas estatalizadas del Principado.
En este punto considerar que el Cristianismo tuvo que ver con la decadencia del Imperio no presenta un cuadro completo de las relaciones entre el Estado y la Fe. Si algo se deduce de los primeros años de cristianismo es la admiración mutua entre Pablo de Tarso y Séneca (un critico del sistema del Principado), la persecución de los cristianos por el poder romano y el progresivo abrazo del cristianismo de los habitantes del Imperio motivados por su insistencia en una vida moral ante la decadencia de la sociedad clásica. Para cuando Constantino convierte oficialmente a Roma al Cristianismo ya no la reconocía "ni la madre que la parió", y en muchos aspectos no para bien. Con todas las criticas que se haga a este proceso, lo cierto es que Roma sobreviviría 300 años mas cuando podía haber acabado por aquellas fechas.
Matrimonio y familia en la decadencia de Roma
Entre las muchas cosas que demostraban la decadencia de la sociedad romana destacan la relajación en las costumbres y el aparcamiento de la familia como institución básica. Cosa que trataron de solucionar algunos de los emperadores del Bajo Imperio. Un detalle a estudiar mas profundamente es el contraste entre los emperadores clásicos y sus sucesores cristianos y tiene relación directa con el tema central de esta serie de anotaciones. Octavio Augusto modifica la institución jurídica del matrimonio en este sentido:
- Suprime las causas de divorcium.
- Convierte el repudio en un proceso publico que lejos de proteger a la parte repudiada (o sea, la mujer en general) la dejaba a merced no del derecho sino de la voluntad popular (no era tan complicado conseguir los testigos pertinentes).
- Convierte el matrimonio en un mero contrato dependiente de la voluntad de las partes. El número de divorcios se dispara en Roma.
- Promociona activamente (no tolera) las uniones extramatrimoniales frente a las uniones matrimoniales.
Su intención era la de aumentar el numero de nacimientos (la natalidad en Roma se había reducido drásticamente). Fracasa. Aun así le vino de perlas para contraer sucesivos matrimonios con los que intentar solucionar el problema sucesorio que el mismo había provocado. Esta línea fue seguida durante el Alto Imperio, ante la imposibilidad de los Emperadores clásicos para solucionar la decadencia familiar y demográfica los romanos se vuelven al cristianismo.
Por cierto ¿no le suena al lector alguna de estas medidas?. Si, de alguna manera están en el espíritu de la reciente reforma del Código Civil.
Como contraste podemos también analizar la respuesta que el Emperador Justiniano da a la crisis del matrimonio y la familia. Justiniano (cristiano él) encarga realizar una gran recopilación de leyes y obras de juristas romanos de todas las épocas. Entre las aportaciones que hace están cosas tan “retrogradas” como estas:
- Eliminar la institución del repudio, que perjudicaba especialmente a las mujeres con menos recursos.
- Penalizar el divorcio sine iusta causa, que perjudicaba a la mujer.
- Extender las causas legitimas de divorcio a la infidelidad del hombre dentro o fuera del hogar. Igualando sus causas a las causas de la mujer.
En la progresiva decadencia de la sociedad (sobre todo en el Imperio Occidental) la familia se vuelve el referente a seguir. Culpar a la Iglesia de hacerse la única valedera de esta es tan ridículo como acusarla de que en la actualidad quiera monopolizar dicha institución. Por otro lado la obra de Justiniano se convierte en la base del Derecho Medieval que rige los designios de Europa durante los siguientes 1000 años, y que, a la postre, salvara el continente del caos que sigue a la inevitable desmembración del Imperio. Lejos de suponer un descrédito del cristianismo esta operación de fusión será lo que mantenga vivo en el pensamiento occidental, tanto los valores morales que conforman el pensamiento judeocristiano como la tradición política greco-romana dando lugar a lo que hoy llamamos Civilización Occidental y que sin duda serán siglos después básicos (y no un estorbo como piensan algunos) para el nacimiento del capitalismo, el liberalismo y la democracia moderna. Pero eso lo comentaremos otro día.
Frente al caos de las invasiones bárbaras, el empuje cada vez más evidente del Islam sobre las fronteras de Europa, y la pervivencia de herejías cristianas (el primer remedro de marxismo fueron las herejías gnósticas cristianas, o así lo voy viendo últimamente confirmando aquello que dice Sánchez Drago sobre que el socialismo es una herejía del Cristianismo, y las similitudes entre el pensamiento gnóstico y el marxismo en sus conclusiones sobre el mundo material) el cristianismo conserva el acervo cultural de la civilización occidental durante mas de diez siglos.
Resumiendo, y en lo que nos interesa a efectos de esta anotación (ya lo llamaría ensayo), es en este ambiente donde el cristianismo toma la palabra y el contenido del matrimonio del Derecho Romano (a través de Justiniano) y lo convirtió en una institución jurídica propia. Mantener vivo el legado romano que creo una institución jurídica racional y útil para describir una realidad social surgida espontáneamente en la naturaleza es un triunfo del cristianismo. Por eso, hoy día podemos hablar de matrimonio y que dicha palabra siga significando algo.
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[*] En opinión de algunos economistas el matrimonio tiene, incluso, importantes repercusiones económicas. Por ejemplo, la convivencia en pareja supone un ahorro en el gasto frente a la vida individual.
[**] En las sociedades primitivas, eminentemente agrarias, el matrimonio reflejaba una estructura donde el hombre realizaba las tareas físicas, cultivar, pastorear y cazar, y la mujer las tareas domesticas y el cuidado de los hijos. Esta tesis economicista se ha utilizado muchas veces de forma negativa para atacar la institución matrimonial sobre la base de que tras la revolución industrial, que acaba con esta división del trabajo, tal institución ha dejado de tener sentido. Esta tesis es errónea y así lo comentare de forma extensa en el próximo capitulo de esta serie.
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