Pero "saltar la valla" es mucho más. Como he dicho es una metáfora de la sociedad y la política española. Los madrileños ya lo advertimos cuando el señor Gallardón, gran aficionado a la disciplina de salto de cualquier clase, se nos “hizo” Alcalde (Gallardón no fue elegido, fue hecho, nació y creció hasta convertirse en alcalde por gracia del altísimo), solo que nuestras vallas son zanjas, detalle nimio este cuando de lo que se trata es de saltarlas. Pero desplacémonos por la geografía hispana hacia el Oriente, que no es el de los chinos, aunque los haya y no hablen catalán, ni publica ni íntimamente, pues bastante tienen con manejar el castellano, que es el español que se habla en España. Imagine que usted gobierna una comunidad autónoma donde la política es muy aburrida porque consiste en no hacer nada por el pueblo, llevárselo caliente y tapar el 3%, que no es el porcentaje de la superficie de Barcelona que se hundió con el Barrio del Carmelo. Pues va usted y se inventa un Estatuto, así se entretiene durante año y medio a costa del erario publico y de paso bate el record de “salto de valla”. Si alguien creía que no se podía llegar mas lejos que Ibarretxe (el gran “saltador” vasco), pues viene la selección catalana de “salto de valla”, capitaneada por Maragall y Carod (¿futura marca de vino espumoso?), y supera todas las marcas habidas y por haber. 200 artículos aproximadamente. Mas que la selección de Corea del Norte o de Venezuela, auténticos dominadores de la especialidad de “salto de valla” en el ámbito internacional, no solo la saltan, te la llenan de espinos para que cuando lleguen los rivales se descuajeringuen dentro de ella. Eso era así, claro, hasta que los españoles nos pusimos a ello, y les batimos.
"Saltar la valla" también vale para la economía, para El Mercado con mayúscula, un sitio, por definición, nada aburrido, al contrario que la política catalana. Aquí no es la pereza la que deviene en acción. La competición es permanente y se parece mas a una prueba de “marcha”, es la resistencia y la inteligencia la que aseguran la victoria o la mera supervivencia. Sin embargo, de vez en cuando aparece un “listo”. Los hay que se limitan a levantar los pies del suelo un par de veces para ganar velocidad en el sprint, pero otros, ni cortos (de mano) ni perezosos (mas “Pérez” que osos), te dan unos saltos que ni los canguros australianos. El resto de competidores te puede perdonar lo primero, pero lo segundo, ¡¡¡NO!!!. El problema no esta en que ocurran estas cosas, pues siempre hay tramposos en todo juego, lo que raya en la indignación y el cachondeo es que el “juez de pista” amoneste al que no ha hecho nada malo o se le haya ocurrido denunciar al infractor. Todos sabemos que la corrupción es moneda de cambio en el "COI español", pero ahora se hace todo con luz, taquígrafos y discurso institucional. Sino, que se lo cuenten a los directivos de Endesa, asombrados (patidifusos diría yo) al ver como Gas Natural-Caixa, de un único salto, sin tomar carrerilla ni nada, pasa por encima de “tres vallas” (CNMV, Comisión de la Energía y TDC). Bueno, en realidad es un "salto Matrix”, todavía está flotando a cámara lenta por encima de todos ellos, es decir, todavía es más virtual que real. Todo depende de que pastillita se tomen los responsables de controlar cada una de las “vallas”, o al menos dejen de dar empujoncitos de ayuda.
En fin, quien nos iba a decir que transcurridos 13 años desde Barcelona 92 (y, como mínimo, a otros 13 de Madrid dosmilalgo) España iba a ser líder mundial en un deporte tan anodino como es el de “salto de valla”. Ni la formula uno, ni el fútbol, ni el tenis. El "salto de valla" es la próxima gran disciplina Olímpica española. Ya tenemos sustitutos para los legendarios Arantxa Sánchez Vicario, Fermín Cacho o Miguel Indurain. Gente que acompañe a Fernando Alonso en su exitosa carrera dentro de la alta competición. No me gustaría estar en el pellejo de los jurados de la próxima edición de los premios Príncipes de Asturias, hay demasiados candidatos entre los que elegir. Todos ellos auténticos “recordmen”.
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