El ultimo episodio tiene como protagonista al escritor peruano Mario Vargas Llosa y la serie de crónicas que ha publicado en el diario El País sobre el conflicto palestino-israelí o israelí-palestino como prefieran. No puedo decir que tengo una opinión rotundamente fundada sobre el conflicto, procuro medir mucho mis opiniones por respeto a las victimas de ambos, sin embargo siempre he tenido claro que sobre el pueblo israelí (que es confundido con el pueblo judío interesadamente) se han vertido las mas variadas e indignas opiniones desde una parte importante de la progresia intelectual europea. Me sorprende que Vargas Llosa se haya rendido tan fácilmente a la misma. Me sorprende porque le tengo por un gran escritor y un mas que correcto articulista, pero me decepciona especialmente el que se haya dejado llevar por el sentimentalismo mas políticamente correcto, como si de una vulgar vicepresidenta de gobierno se tratara. En realidad, su serie, se trata de una oportunidad perdida, pues, siendo uno de los intelectuales de la derecha con mayor prestigio en el ámbito internacional, podía haber aprovechado ese capital para acceder a los lideres y dirigentes tanto israelíes como palestinos, entrevistarlos y cronar su vida diaria. En vez de ello nos trae mas de lo mismo, nada nuevo que llevarse a la boca, todo conocido y más que masticado, con la única novedad de ser un suramericano “exiliado” en Europa quien lo cuenta en vez de un joven e intrépido reportero del New York Times. Como es mas de los mismo, peca de idénticos defectos que otros intentos de reconstruir los entresijos de un conflicto, que dura ya mas de tres cuartos de siglo en su formulación moderna, desde abajo, desde la sociedad misma. Defecto que se acrecenta cuando las poblaciones israelí y palestina son mostradas bajo estereotipos y clichés habituales en los medios que poco o nada tienen que ver con la realidad. No es de extrañar que el ciudadano con cierto espíritu critico desee despejar sus dudas solicitando una información veraz y autoexigente. No cuadernillos literarios made in De la Vega.
En la prensa generalista es muy común la socorrida alusión al “israeli”, como si se tratara de una categoría en la que pueden ser englobados una serie de individuos sin mas, ignorando que en Israel viven palestinos (¿dónde están los judíos de Palestina?), israelíes que son ateos, otros conversos al cristianismo, incluso muchos israelies solo conservan de judío la sangre de sus antepasados, o ni eso. Parece como si todos y cada uno de ellos sean o no judios constituyesen una especie de secta perfectamente organizada con un plan común. Visión que satisfará a los nostálgicos de Stalin. Como si Sharon, Netanyahu, Eslomo Ben-Ami, Moshe Dayan, Simon Peres o Issac Rabin no se parecieran entre ellos como un huevo a una castaña. Pero la categoría se proyecta al exterior, el congresista Linberman o el periodista Dennis Pragger, por citar dos ejemplos de judíos no israelíes, serian por extensión complices de los actos de israel por su sangre judia, impulsando la política exterior norteamericana en Oriente Medio. Es en el fondo, el mismo argumento que se utiliza con respecto de los estadounidenses, sea quien sea el que mande en el gobierno, todos buscan el mismo objetivo y su pueblo es cómplice y parte activa de los mismos, haya donde se encuentre. Tanto Israel como EEUU son dos de las democracias internamente más estables del mundo, hecho por el que los europeos deberían mostrar algo mas de humildad en sus manifestaciones, incluidos algunos de los pocos judios europeos que quedan. Otro hábito que conviene abandonar es la división de los habitantes de Israel entre en religiosos fundamentalistas y laicos pacifistas, me parece una simplificación muy grande. Otro de los grandes errores de Vargas Llosa ha sido tocar solo tangencialmente el drama israelí y desde una perspectiva poco acertada. Realzar a aquellas victimas de los terroristas palestinos que comprenden a sus verdugos o rechazan el sufrimiento infringido al pueblo palestino no es muy ético, porque hay victimas que no comparten dicha opinión y no existe varemo racional alguno que permita calificar unas opiniones respecto de las otras como más o menos legitimas. Aquí, en España, eso lo sabemos muy bien ya que día si día también se practica la descalificación de las victimas de ETA que se muestran criticas con las concesiones hechas a la banda terrorista, al tiempo que el Síndrome de Estocolmo se extiende entre algunas victimas, anónimas y publicas, del chantaje y terror etarra. Otra realidad que nos llega simplificada es la palestina. Desconozco si entre los palestinos es tan uniforme el deseo de acabar con el Estado de Israel. Únicamente me pregunto porque no hay judíos en Palestina. También, si, los palestinos cristianos (que los hay), que puedan habitar la franja de Gaza se sentirán a gusto rodeados por el brazo armado islamista de Hamas. Finalmente no se si los palestinos son conscientes que, quienes peor los han tratado y más han manipulado sus sentimientos e identidad, desde siempre, han sido los propios países árabes y que solo durante los periodos de mas facil convivencia entre ambas comunidades, miles de palestinos han trabajado y prosperado participando de la economia israeli.
En el lado opuesto de la polémica aparece Pilar Rahola y su discurso ante la UNESCO. Esta antigua heroína del nacionalismo catalán de izquierdas reconvertida en intelectual ha tomado para si en los últimos tiempos la causa de la defensa de los judíos y la advertencia sobre la invasión cultural islámica de Europa, respaldada mediante la pasividad por de las instituciones europeas y nacionales, por la ultraderecha y la progresía antisionista. En mi opinión, Rahola no ha dicho nada medianamente sensato en toda su vida publica salvo en ese tema, y señalo lo de mediano, por lo que añadire mas adelante. El motivo es para mi desconocido, pero si hemos visto que a un señor con una competencia intelectual mas que probada se le va la olla por momentos, todo puede ser posible, incluso que los liberales defendamos el Estatuto catalán. Dice Rahola:
"El buen amigo Marcos Aguinis llama a ello "un retroceso de la izquierda hacia la antimodernidad". Mientras perdona las bombas de Hamás o se manifiesta por las calles contra la intervención americana en Iraq, esa misma izquierda nunca se ha manifestado contra el integrismo que mató más de 4.000 personas en Nueva York, o contra el que ya lleva un millón de muertos en su guerra en Sudán. Tampoco he visto nunca una ONG que quiera enviar escudos humanos a las cafeterías de Tel Aviv. Hay una solidaridad selectiva, derivada de un maniqueismo perverso que convierte a los terroristas en víctimas, y a las víctimas en culpables. El integrismo islámico es el heredero natural de los grandes totalitarismos de la humanidad, el nazismo y el estalinismo. Como ellos es, fundacionalmente, antisemita, y, como ellos, presenta un cuerpo doctrinal basado en el terror, la anulación de todo principio de libertad y el expansionismo sangriento. También, como ellos, actúa ante la indiferencia y/o la complicidad europeas. Acuso, pues, a la izquierda de traicionar a la democracia perdonando al nihilismo terrorista. Nada nuevo, sin embargo, bajo el sol de una izquierda que se ha ido enamorando de muchos de los dictadores que ha dado la historia, Stalin, Pol Pot, Fidel, ahora Arafat."
En este sentido conviene preguntarse el porque de meter a Mel Gibson en el texto, supongo que sera en relacion con su película La Pasión, y la polemica levantada en torno a ella y su supuesto antisemitismo. Creo que Rahola pasa por alto que dicha polemica tiene mas de cuestion política para consumo interno de los estadounidenses que otra cosa, pero bueno, y que, no todos los judios norteamericanos comparten dicha opinion. No me parece esta mujer, la intelectual mas preparada para defender nada que haya sucedido hace años o a miles de kilometros de distancia contra ningun pueblo, sobre todo, cuando tan poco caso hace del apartheid linguistico y politico que se desarrolla en su comunidad autonoma.
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