¡Visualización óptima de este blog con una resolución de pantalla de 1280 x 1024!

Páginas

LA FRASE

"Los españoles pertenecemos a la categoría de colectivos a los que tradicional e históricamente preocupó mucho más la diferencia de clases y la injusticia socialque las libertades individuales.

Se perdona mal a los ricos y empresarios la ostentación y el agravio, mientras que los funcionarios públicos pueden difundir secretos, realizar escuchas, propagar infamias y otras mil maneras pergeñadas para el abuso del poder."

UN TOQUE LIBERAL

domingo, marzo 20, 2005

Los valores judeocristianos y el relativismo moral (1)

Inicio aquí una serie anotaciones cuya temática girara en torno a la dicotomía existente entre los valores judeocristianos y el relativismo moral y su relación con el liberalismo, con especial referencia a algunas de sus manifestaciones concretas y que denuncian la máxima actualidad de este debate como lo evidencia que tome como guía los artículos del prestigioso periodista estadounidense Dennis Prager.

DENNIS PRAGER SOBRE LOS VALORES JUDEOCRISTIANOS

El periodista y comentarista norteamericano de origen judío, Dennis Prager, ha publicado una serie de 4 artículos para la FUNDACIÓN HERITAGE (y traducidos a nuestro idioma por LIBERTAD DIGITAL) sobre la importancia y pervivencia de los valores judeocristianos en la sociedad actual. A lo largo de los mismos, Prager, desarrolla su critica al laicismo (la sustitución o abandono de los valores judeocristianos como base de la sociedad y de la acción política) y al relativismo moral (la supremacía de la razón como instrumento moral), y señala la extensión de ambos fenómenos como causa un el distanciamiento político y social entre Europa y EEUU, a la vez que lo identifica como un grave defecto de las sociedades democráticas, al negarles el instrumento más poderoso frente a las ideas más totalitarias e inhumanas.

Prager es judío, buen conocedor de la Biblia y de la cultura occidental, y aunque yo mismo no soy partidario de las argumentaciones de tipo moral (por lo sencillo que es confundir la defensa de unos valores comunes, que se encuentren en la base de la sociedad y que puedan ser compartidos por la inmensa mayoría de los ciudadanos, con la defensa de una determinada opción moral de vida, que no tiene porque serlo), creo que, hacer una apuesta por lo que son los fundamentos de nuestras sociedades me parece un acto necesario, arriesgado y nada ingenuo.

LOS VALORES JUDEOCRISTIANOS Y EL LIBERALISMO POLÍTICO

El debate sobre estas cuestiones es importante por cuanto que conecta al liberalismo político con sus orígenes en la historia. Que el liberalismo tuvo en su génesis como base moral y metafísica los valores del cristianismo (y por extensión del judaísmo) es algo que no puede ser ignorado. La defensa de la vida, la responsabilidad individual, el libre albedrío son principios presentes en el pensamiento judeocristiano. Los primeros filósofos liberales fueron personas que se definían por creencias religiosas profundas. El mismo John Locke, el “padre” intelectual del liberalismo consideraba que los derechos naturales eran indisponibles para el poder terrenal (el Estado y las Corporaciones) por que venían al hombre directamente de Dios. La concepción de la libertad de Locke era, por tanto, una concepción judeocristiana: el hombre se encuentra en una naturaleza caída, como consecuencia del pecado original. Los hombres - en ese estado de naturaleza - viven en situación de relativa felicidad y son titulares de derechos individuales: derecho a la vida, derecho a la seguridad, derecho a las libertades individuales (pensamiento, expresión, religión, participación política) y el derecho a la propiedad. Dentro de las preocupaciones del primer liberalismo político tanto en Inglaterra, primero, como en las colonias americanas, después, estaba la defensa de la libertad religiosa, y por extensión el respeto a dichas creencias en tanto buenas para el hombre, frente a las persecuciones por razón de religión. La apuesta del liberalismo fue la independencia del hombre frente al poder, y por tanto de la NO imposición de la religión a los hombres, pero no la independencia de los valores morales que se encontraban dentro de las sociedades de la época, cuya inspiración estaba en la cultura judeocristiana.

LA EDAD DE LA RAZÓN

Prager señala la ERA de la RAZÓN como el inicio de la perdida de relevancia social y política de estos valores. Creo que es en exceso duro con esta época, también fue buena para el hombre en muchos aspectos, la independencia del hombre respecto del poder y la religión produjo una era de enormes avances en todos los Campos del pensamiento humano, desde la ciencia a la filosofía, sin ella no habría sido posible el liberalismo político, así como tampoco el capitalismo. El surgimiento de esta una nueva forma de articulación de los medios de producción ayudo a superar el anquilosado modelo medieval donde la economía estaba basada en relaciones jerárquicas y verticales propias de una sociedad estamental, también ayudo a debilitar el control de los estados nación sobre la economía y el comercio, llevando al ser humano a mayores cuotas de progreso. La Revolución Industrial fue la culminación de estos cambios económicos, así como las revoluciones liberales de finales del XVIII lo fueron en lo político. Que el ser humano experimento en este periodo la mayor revolución cultural de su historia es innegable, y el mayor ejemplo para desterrar las interpretaciones marxista-hegelianas de la historia (como procesos dialécticos de acción-reacción) frente a la interpretación liberal de esta, la historia como continua evolución del hombre hacia mayores cuotas de progreso y desarrollo individual.

Sin embargo también es cierto que no todo lo surgido durante aquella época fue igual de positivo, muchas líneas de pensamiento y de actuación fueron encaminadas precisamente a lo contrario. A una nueva forma de esclavitud del ser humano. Gran parte de culpa se le puede achacar al relativismo moral, en mi opinión, una visión distorsionada del racionalismo filosófico (en especial de la interpretación del pensamiento moral kantiano).

El relativismo moral, en su forma más absoluta, destaca, que todas las opiniones son ciertas o validas en la medida en que el propio ser humano, a través del uso de la razón, es el único guía moral de sus actos. Este racionalismo radical daría como única forma para establecer principios morales la discusión racional, poniendo en duda la existencia de principio moral alguno que tuviera el carácter de absoluto, es decir, que pudiera no ser puesto en duda. En otras palabras, todo argumento moral, en tanto que producto de la razón humana, es decir, que su origen primero y único esta en el hombre, es legitimo, y, su mayor o menor validez estará asociada al cumplimiento de los requisitos del pensamiento científico racional: tesis + observación de la realidad + experimentación = conclusión (o teoría política o moral).

EL RELATIVISMO MORAL COMO ENEMIGO DE LOS DERECHOS INDIVIDUALES

¿Pero no defiende el liberalismo cierto relativismo moral?. Como he dicho la razón fue y es un instrumento importantísimo el progreso humano, pues le permite distanciarse de cualquiera otras consideraciones que pudieran entorpecer su pensamiento libre. En la base del liberalismo esta cierto relativismo, por lo menos práctico. Sin embargo, e ignorando la paradoja que conlleva todo relativismo moral (la máxima “todo es relativo” significa admitir ya un absoluto: la relatividad de todo), el liberalismo no puede aceptar que este sea la única base de la sociedad.

El primer problema que se le plantea al liberal es la relatividad de los derechos individuales, si estos no son absolutos, la defensa del individuo y de su autodeterminación es un estado de mera opinión. El relativismo moral da argumentos suficientes para la imposición de presuntos derechos colectivos sobre los derechos individuales, es decir, pone en cuestión los derechos individuales, y por eso no es liberal. Un segundo problema nos lleva a considerar, si el liberal, cuando habla del derecho de cada individuo a dirigir su vida de la forma que mejor se ajuste a la consecución de su felicidad personal, esta justificando cierto relativismo moral individual. El liberalismo esta dispuesto a admitir que los individuos se guíen por motivaciones y tomen decisiones que no tienen que ser compartidas por la gran mayoría de los demás individuos, incluso que sean perjudiciales para sus propios fines, si con ello esta cumpliendo con el fin último que es el derecho a la autodeterminación personal. Pero eso no quiere decir que se este dispuesto a admitir que se sancionen como aceptables, sobre todo desde los poderes públicos o el Estado, de tal forma que se conviertan en mandatos imperativos, que obliguen a todos los hombres por igual aunque no los hayan elegido libremente. El liberalismo defiende la libertad individual como fin del individualismo no como medio para los fines de un individuo o grupo de individuos y puedan finalmente impuestos a todos. Como el liberalismo implica que el límite a la libertad de una persona esta en la libertad de otra, tenemos un primer limite moral que no se puede traspasar (por eso la esclavitud es negada por los liberales, todo compromiso no libre es ilegitimo). A partir de ahí tenemos el resto de derechos individuales como limites concretos a lo que la autodeterminación personal (y moral) de cada individuo puede hacer.

También hay que tener en cuenta que el liberalismo no pretende dar respuesta a todo, ni dar un sentido a la existencia humana, es decisión en una sociedad liberal que cada individuo busque este sentido por si mismo, es lo que el liberalismo llama “búsqueda de la felicidad”.

RELATIVISMO MORAL Y CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA

La oposición del liberalismo al relativismo moral no solo es una cuestión de principios, también es una cuestión de orden practico, íntimamente relacionado con una mayor convivencia pacifica en democracia y también con el respeto de los derechos humanos. El relativismo moral no lleva a una independencia del hombre, ni siquiera evita la sanción moral de sus actos, muy al contrario, lleva al peor moralismo, pues de unos derechos indiscutibles (los derechos humanos que los liberales interpretamos especialmente como los derechos naturales-individuales y que podrían ser considerados una opción moral mínima de toda organización social), que son indisponibles para el Estado y la propia sociedad, pasamos a la negación de cualquier derecho como absoluto. Esto permite que cualquiera desde el poder pueda imponer su propia visión de la moral, sea “buena o mala” para el conjunto de los ciudadanos. Tratando de evitar el problema del moralismo, lo rodeamos, para, a continuación, caer en algo aun peor. Si para evitar unos “malos” principios morales, respondemos con la ausencia de principios morales la sociedad esta condenada al caos y la barbarie, aunque venga revestida de democracia. Así el verdadero peligro de defender el relativismo moral esta en que, queriendo que ninguna moral prevalezca, abre la posibilidad de que cualquier moral pueda imponerse si cuenta con el poder suficiente, y que mayor poder que el que otorga el Estado a través de la maquinaria burocrática y la legislación. Evidentemente el liberalismo defiende una moral absoluta y no racional (en sentido relativista), pero que, a diferencia de cualquier otra, no necesita del poder coactivo del Estado para ser aceptada. Es la simple actuación de los individuos la que llevara a una organización social justa y eficiente donde, además, se respeten los derechos humanos, precisamente porque la moral no se impone desde el Estado y el poder sino que nace en los propios individuos con sus derechos naturales (libertad, vida y propiedad). El Estado en este caso se limita a defender que este orden moral social de las agresiones colectivas o individuales externas e internas.

Concluyendo, la creencia en una metafísica sustantiva representada por la existencia de unos derechos naturales, ajenos a critica racional alguna, pues supondría poner en duda la propia existencia del individuo, y que son los cimientos del liberalismo político, es fundamental para la supervivencia de nuestro modelo de convivencia.

___________

Estos son los enlaces a los cuatro primeros artículos de Prager: artículo 1 , artículo 2 , articulo 3 , articulo 4.

Actualización: aquí y aquí para las entregas 5ª y 6ª de la serie de artículos escritos por Dennis Prager.

_____________

Próxima entrega: Los modelos norteamericano y europeo de valores.

No hay comentarios: