Educacion y Estado

La manifestación de este sábado en Madrid contra el proyecto de Ley Orgánica de la Enseñanza aprobado por el gobierno del Partido Socialista ha puesto de relieve los problemas que aquejan a nuestro sistema educativo, en especial a la enseñanza publica. Victoria Prego se refería en las paginas de El Mundo de este domingo a como ayer se concentraron tres manifestaciones en una sola. Una relativa a la subdivisión en 17 sistemas educativos autonómicos, otra en relación a la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos y otra de los obispos para defender la enseñanza de religión. Se olvida el motivo más importante y el verdadero aglutinador de los asistentes, que el sistema educativo cada vez esta mas alejado de los criterios de esfuerzo y excelencia personal. Esto es el germen del bajo nivel cultural de los estudiantes, fenómeno que se transformara en problema cuando estos pasen a ser los trabajadores y padres sobre los que se construya la sociedad del mañana. Estos dos valores de esfuerzo y excelencia son expresión tanto de la dignidad de la persona como del imperativo kantiano de que ningún ser humano sea medio para otros sino un fin en sí mismo, por tanto el valor de educación en una sociedad libre es innegable.

La educación es en nuestro ordenamiento jurídico un derecho fundamental (articulo 27 de la Constitución Española), un derecho individual que asegura la no-interferencia del Estado y de colectivos sociales o individuos particulares en el derecho de cada uno a educarse. Tanto a ser culto como inculto, nadie puede ser obligado a ello. Pero ciertamente, la educación es demandada, en un primer momento, por la inmensa mayoría de los padres que quieren que sus hijos tengan mejores oportunidades y sean mas libres de lo que fueron ellos, y la educación es fundamental (aunque no lo único) para que esto sea así. El Estado aparece aquí como garante de ese derecho a la educación fomentando la cultura y la creación de centros educativos, además, bajo el principio de subsidiariedad, el mismo, provee de un sistema publico para aquellas personas que no pudiendo educar directamente a sus hijos, bien por ausencia de medios económicos que les permitan acceder a la educación privada o bien por falta de tiempo, deban delegar en alguien. Sorprende, en cambio, que el debate haya derivado hacia una cuestión menor como es la enseñaza de la religión, aunque puede servirnos de guía para entender donde esta el problema, mas en la actitud del gobierno y determinados sectores sociales presuntamente progresistas que en medidas concretas.

Si algo he denunciado desde esta bitácora en repetidas ocasiones es como el Estado Contemporáneo (siglo XX) asumió, sin pretenderlo originalmente, la salvaguarda moral de la sociedad y sus miembros individuales. El Estado y sus normas jurídicas aparecen diariamente como entes moralizantes en sustitución del debate critico social y científico que fue el que domino durante mas de 100 (desde la ilustración) el comportamiento de las sociedades libres. Cada vez mas gente percibe el bien o el mal en la medida en que la ley prescribe lo que esta permitido o prohibido. Así los grupos de poder que manipulan la democracia buscan imponer sus criterios morales en las leyes sin preguntarse si la ley como mayor exponente de la razón humana debe o no hacer tal cosa. Las instituciones publicas sustituyen su deber de garantes por el derecho a controlar a los ciudadanos en su forma de pensar y de sentir. He aquí la gran tragedia de las democracias liberales de principios del siglo XXI.

Como bien se ha señalado por los convocantes de la manifestación, la educación corresponde en primer lugar a los padres en tutela de sus hijos, y ellos mejor que nadie saben que lo que no querrían para ellos no lo permitirán para sus hijos. Los padres y la familia son los transmisores de valores primarios, no el Estado. El esfuerzo y la excelencia hacen a los hombres libres, no las leyes. Si la política se presenta como una guerra, la educación es una batalla que no podemos perder.