Una de las características más primitivas del liberalismo fue la asunción de la teoría del contrato como formula para definir cuando devendría en legitimo el uso de la coacción por parte de la sociedad o el Estado sobre el individuo: la existencia de un contrato social que sentara sus bases en la defensa de los derechos individuales. Desde entonces el liberalismo a recurrido en numerosas ocasiones a la analogía contractual para explicar no solo las relaciones de los individuos con el poder político sino también las relaciones sociales mismas.
Es igualmente común en nuestra sociedad actual recurrir a conceptos como el amor, la amistad, el humanitarismo, la solidaridad, la fe,... los cuales delimitarían una sociedad constituidas por hombres buenos y justos. Esta formula no puede ser mas opuesta a lo que el liberalismo entiende como una sociedad justa y buena que solo puede derivarse de su constitución sobre la teoría del contrato libre. A primera vista una sociedad libre aparece como poco atractiva, pues prescinde de los conceptos arriba expuestos que son tan utilizados en el lenguaje de los humanos, podría decirse que se trata de una sociedad deshumanizada. Como expondré en las siguientes líneas, esta conclusión es incorrecta, y, como también tratare de demostrar, aquellos que defienden una sociedad “humanizada” en realidad nos quieren conducir a una dictadura, una dictadura encubierta bajo sentimientos morales.
Las propuestas sociológicas que llamare “humanizadoras” son la ultima mascara bajo la que se presenta el pensamiento “progre” a comienzos del siglo XXI, y no es de extrañar que la izquierda, en particular, los haya hecho suyos, aunque no en exclusiva, pues también los disputan movimientos religiosos, políticos conservadores y un largo etcétera. En realidad las ideas “humanizadoras” son una nueva forma de emotivísimo, lo importante en una sociedad para que sea justa, es que todos los seres humanos se guíen por buenos sentimientos. Por supuesto, en el caso de que algunos individuos se desviaran por conductas “deshumanizadoras” el Estado y otros aparatos de coerción social (la opinión publica, los intelectuales, los lideres religiosos,...) se encargarían de reconducirlos por el buen camino. No hay que ser muy avispado para intuir el peligro que para la libertad individual se esconde bajo esta formulación de la sociedad. Sobre todo si nos fijamos en que los principios sobre los que dice asentarse son enormemente difusos, carecen de un corpus teórico unitario y muchas veces nos llevan a situaciones contradictorias entre sí. Al liberalismo, por el contrario, no parece importarle estos principios, a ojos de los “humanizadores” de la sociedad, el liberalismo es desalmado y cruel, fomenta una sociedad de interese sin sentimientos morales. El capitalismo es particularmente su enemigo a derrotar. Este mecanismo de distribución de la riqueza es injusto pues desconoce de los sentimientos morales, reduce a los individuos a mercancías con las que tratar, todo se reduce a cuanto puede ganarse, no hay motivos para preocuparse de otros mas que el beneficio económico que reporten a mi persona.
LA SOCIEDAD DE CONTRATOS
La base de una sociedad libre es el contrato social, o mejor dicho, los contratos sociales. Es decir, el conjunto de acuerdos informales que suscribimos diariamente al interactuar unos individuos con otros. Se diferencian de los contratos formales, aquellos que reglamentan las relaciones de tipo material o económico. Los contratos sociales (podríamos llamarlos contratos sociales espirituales) atienden a otros aspectos de la sociedad. Con esta primera explicación pretendo superar la visión economicista o comercial de la sociedad, la cual suele usarse como argumento para atacar el liberalismo por socialistas de cualquier genero (aunque personalmente no tengo nada en contra de la misma, es una visión desvirtuada que nunca fue defendida de verdad por ningún liberal, las relaciones entre seres humanos no pueden ser reducidas a meros intercambios de bienes materiales, esa era precisamente la pretensión del socialismo y el marxismo, y por eso siempre han fracasado).
Cuando el liberal hace hincapié en la sociedad como conjunto de contratos espirituales e informales entre individuos libres, lo hace porque dicha formula es la única que puede asegurar el surgimiento de una verdadera sociedad justa. Si observamos las relaciones como contratos, intuimos que la gente se obliga a determinados comportamientos sociales porque libremente los elige, y por extensión ha de cumplirlos, y de no hacerlo aquello tendrá consecuencias negativas para el individuo. De la misma manera que vendedor y comprador intercambian bienes materiales mediante contrato, y el incumplimiento reiterado por parte de uno de ellos acabara con la relación contractual, cuando dos personas inician una relación de amor, amistad, compañía profesional, sobre la que no existe un contrato formal, solo espiritual, el incumplimiento reiterado por parte de alguna de las partes acabara teniendo consecuencias negativas y la relación se romperá. Como en el caso de las relaciones comerciales, las relaciones sociales exigen a las partes que sean responsables, diligentes y respetuosas con lo pactado, sino se verán desplazados del mercado / sociedad.
Llegados a este punto uno puede decir: bien, pero si en la sociedad los conceptos de amor, amistad, compañerismo, humanismo, caridad,... no están claros ¿cómo es posible que las partes de los contratos sociales espirituales sepan cuales son sus obligaciones en cada uno de las relaciones intersubjetivas que inicien?. La pregunta tiene trampa, lo reconozco. Lo cierto es que en una sociedad liberal no necesita definir estos conceptos a titulo previo. Partiendo de que la sociedad (como los valores y principios morales del ser humano) no existen con carácter previo, no nos llegan desde un supuesto mundo de las ideas, ni es posible demostrar que un ser supremo sea quien nos la impregne en nuestro cerebro, los valores sociales y los sentimientos morales solo germinan después de haberse dado cientos, miles, millones de relaciones intersubjetivas. A través de nuestra experiencia en las relaciones con otros individuos, ha sido como la raza humana ha ido conformando dichos valores y moral, no al revés.
Esta apreciación es importante para la finalidad perseguida con la presente anotación. Esa finalidad es la de exponer porque lo importante para que una sociedad sea buena y justa es, en primer lugar, y por encima de todo, que hombres y mujeres respeten los contratos que libremente decidan contraer, solo así podrán aflorar las características básicas de los valores y la moral, y nunca en sentido inverso. Cuando se pretende que sean los valores y la moral (siempre difusos) quienes decidan sobre la validez de nuestros contratos sociales espirituales, sobre nuestra responsabilidad por los compromisos asumidos libremente, ahí es cuando una sociedad comienza a declinar, hasta perder esos valores y esa moral que dice inspirar.
Así que cuando alguien le informe de la moralidad de sus actos, de lo humano de su actuación, usted recuérdele que al menos es responsable con aquellos compromisos que asume, que no se escaquea de sus responsabilidades sociales porque así lo quiso, y que de hacerlo se expondrá a las consecuencias. Recuerde que su pareja, sus amigos, sus compañeros de profesión no son tales por lo bueno o justo que usted parezca a los ojos de los “humanizadores”, lo son porque tanto su pareja, como sus amigos, como sus compañeros de trabajo saben lo que pueden esperar de usted, saben que cumple sus contratos sociales, saben que es responsable de, y solo de, sus actos.
LA MENTIRA DE LOS "HUMANIZADORES". LA VIRTUD DEL LIBERAL.
Los humanizadores lejos de confiar en las virtudes humanas que predican, desconfian de que el propio ser humano sea capaz de seguirlos libremente, de que la sociedad capitalista, la cual ha pervertido al buen salvaje que eramos todos antes de que el dinero y la riqueza material hiciesen su aparicion, pueda dar lugar a los buenos sentimientos. Como es la sociedad actual la que propone un modelo injusto el Estado debe intervenir para reconducir la conducta social hacia los valores "humanizadores". De nuevo, el intervencionismo en las relaciones humanas y la negacion de la libertad y el individuo.
Conviene señalar que, cuando los “humanizadores” se quejan de lo mal que funciona el mundo y apelan al capitalismo y al liberalismo como los culpables de ello por proponer una sociedad sin principios ni moral, en realidad están describiendo todo lo contrario de lo que los liberales proponemos, y si, en cambio, reflejan el rasgo mas triste de nuestras democracias occidentales que es el abandono de esa visión ética de la sociedad como conjunto de relaciones contractuales, única fuente de la verdadera moral y de los verdaderos principios, pues es la única que, ajenos a lo buenos que sean particularmente cada uno de sus miembros, asegura la responsabilidad y el compromiso de estos, y permite identificar a aquellos individuos que no son de fiar y perturban el orden social. Igual que el mercado hace con respecto los vendedores y compradores de mercancías.
Podemos concluir que, el primero de los valores morales de una sociedad libre es que sus miembros cumplan los contratos que libremente asuman. Esta es la virtud (moral) intrínseca de los contratos sociales.
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